jueves, 29 de marzo de 2012

Un día de clases




Diez cuadernos,  7 libros, la lonchera y un viejo diccionario en una vieja maleta todos juntos en mi espalda mi tormento cada día para llegar a la escuela, un asiento  pequeñito y una mesa de madera  me esperan como siempre para el sueño hasta despertar sobresaltado por el grito de la maestra.
Recortando nubes, dibujando una casa grande junto al rio, coloreando una montaña, Pegando algunas flores en un jardín vacio, sumando algunas piedras para el duro camino, leyendo un viejo mapa de un  tesoro inexistente.  Se pasan así las horas de clase hoy que  tú no estabas en el pupitre del frente.
Llegar lo mas pronto  a casa para  soñar contigo es mi única tarea, los zapatos y los libros por el suelo, un beso enorme a mi hermosa madre me encierro en mi cuarto y mis pensamientos viajan  por el cielo jugando a ser tu príncipe encantado escalando  a tu ventana.
Un 10 será mi nota si la mañana siguiente entrando por la puerta  del salón de clase  pases tú con tu maleta rosa y tus mejillas coloradas, sonrías al mirarme  con mi cara de sueño y me regales ese abrazo de siempre tan cálido, tan dulce  que derrite mis huesos cual si fueran algodón de azúcar, y como de costumbre  el encanto durara muy  poco, la maestra seguro gritara que despierte para que  no siga dormido en tus brazos pero yo ya tendré la nota que esperaba, aunque mis cuadernos digan que no hice la tarea, que no hice nada. 

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